Tuve un atraso. Me imaginaba la posibilidad de un embarazo porque con mi pareja habíamos tenido relaciones sin cuidarnos.
Avisé a las docentes del lugar donde estudio la razón por la cual había estado faltando a las clases. Ellas me contaron sobre la red de Centros de salud en la Capital Federal, donde podría recibir asesoramiento en caso de que quisiera acceder a la ILE. Me acerqué y la atención que me brindaron me hizo sentir lo suficientemente segura como para entender que no estaba en condiciones de ser madre. La posibilidad de realizarme la ILE fue gracias a toda la red de contención que tuve a mi alrededor. La única dificultad que enfrenté fue pagar las pastillas de Misoprostol.
Fui privilegiada porque estoy viva, a diferencia de otras personas que ya no están para contarlo. Tiene que ver con el nivel socioeconómico y cultural en el que me encuentro, porque a través de la experiencia pude ver la diferencias que hay para el acceso a la ILE. Son más las trabas dentro del Sistema de Salud que la dificultad del aborto en sí mismo, como la objeción de conciencia y el estigma que provocan sobre las personas que quieren acceder. La que está convencida de abortar lo va hacer como sea y ese el peligro. El acceso a la información es el punto de partida para que la vida no corra riesgos y sentirse segure en la decisión.